viernes, 23 de junio de 2023

El transhumanismo y la medicina

En un sentido estricto, ya hace años que algunas técnicas médicas se están usando para fines que no son exactamente médicos, en donde no hay detrás ninguna enfermedad. Ya son clásicas, y muy asumidas, que las intervenciones para el control de la reproducción humana, como por ejemplo la ligadura de trompas o las vasectomías, no cumplen una función más que sociocultural. El deseo de no querer hijos, o ya tener los suficientes, no atañe al mundo de la enfermedad. Es por tanto algo que va más allá, que ya está produciendo un ser humano mejorado, en este caso en relación a su voluntad de no reproducirse más sin tener que dejar de tener relaciones sexuales. Y así se van incluyendo paulatinamente aspectos que pueden dar lugar a un ser en el que se haya producido un salto cualitativo, un salto hacia una mejora tanto en sus capacidades perceptivas, de respuesta física como cognitivas. La medicina ya interviene sin excesivos conflictos aparentes en la regulación reproductiva como ya hemos visto. Pero ¿hasta dónde está la medicina dispuesta a intervenir? La sociedad puede libremente utilizar las técnicas biomédicas que considere, pero ¿deben estas seguir al amparo de la medicina? ¿Deberían denominarse de forma diferente a bio-médicas? En última instancia, ¿se han de reconsiderar los fines de la medicina? [1]

            Sin embargo, en una persona determinada con un deseo de mejoramiento cuya culminación estuviese llena de dificultades y de probable sufrimiento, ¿no entraría en el terreno de la medicina? La persona que desea un cambio de sexo, ¿puede dejarse en manos de no médicos? Evidentemente, no. Por tanto, la actual medicina se ve arrastrada hacia terrenos que no siendo propiamente suyos requieren de su inexcusable participación. Por otro lado, ¿qué disfunciones nuevas aparecerán en los hombres transhumanizados, mejorados? En otro orden, ¿las personas que no se sientan bien en su transformada nueva forma de estar, podrán reclamar a los médicos? En definitiva, ¿qué amparo jurídico se deberá construir para cubrir a clientes y médicos? Más allá de una nueva especialidad médica, ¿debería definirse, siguiendo el nuevo paradigma, una nueva profesión de mejoradores transhumanistas, diferenciados de los médicos? ¿Han de incluir los fines de la medicina todo aquello que la sociedad abarque en su devenir tecnológico transformador del ser humano? O, por el contrario, ¿algo nuevo tendrá que recoger el testigo para cubrir estas áreas? ¿Será necesario un nuevo estatuto para los evolucionistas transhumanistas para que definan éticas y precisen bien los fines y los límites de su actividad? De todo ello se desprende que la medicina habrá de aceptar el mejoramiento, con sus límites bioéticamente bien definidos, como otro de sus fines.

            Desde un punto de vista poblacional, la salud colectiva se verá afectada, desequilibrada, por la presencia de un número cada vez mayor de personas que se sentirán insatisfechas, infelices por no poder cumplimentar sus deseos de cambio y/o mejora. En consecuencia, es de prever que se incremente la presión hacia las estructuras del Estado para que dé salida a la autonomía de sus ciudadanos. Así pues, es de esperar, –en una sociedad como la nuestra que ya ha mostrado su fragilidad en la aparición de enfermedades de claro enraizamiento cultural como la depresión o los trastornos alimentarios entre otras–, que se puedan desarrollar otras patologías que precisarán de atención médica. Así pues, nuevas situaciones socioculturales con sus venideras tecnologías favorecerán el origen de futuras y por ahora desconocidas patologías. Estaremos de pleno en el ámbito de la sociosomática, la conversión en patología de las tensiones culturales y sociales sobre el ciudadano. Y ahí, sin lugar a duda, deberá estar la medicina, no la supuesta nueva profesión de mejoradores transhumanistas. Quiero subrayar que la medicina deberá desarrollar tecnologías adecuadas para atender los problemas concretos que se le presenten, porque los inconvenientes que origina la tecnología solo otra tecnología puede resolverlos. Los evolucionistas transhumanistas requerirán inexorablemente de la medicina y esta deberá estar muy atenta a los efectos indeseados de la actividad de los primeros.

            El mejoramiento humano es un paso más en la evolución de la complejidad, el impulso que desde la base más antigua impele al hombre siempre hacia adelante, la fuerza que hace que, junto a la homeostasis, se pueda mantener estable en su transitar a mayor velocidad sobre la naturaleza que le envuelve e integra.

 

 

 



[1] Casas Martíndez, M.L.: Medicina del mejoramiento, ¿reto a los fines de la Medicina? En Medicina y Ética: Jul-Set 2020 Vol 31 n3 pag 589

miércoles, 19 de abril de 2023

15 años después


Han pasado quince años desde que tomó cuerpo esta reflexión que quedó plasmada en Enfermar y Sanar y que se hizo pública en el 2015. Los ejes principales giraron alrededor de la homeoalostasis, de las distintas formas de entender la enfermedad, del impacto de la teoría de la complejidad, de la naturaleza sanadora –es decir, del porqué sanamos–, del trasfondo social y sobre todo cultural. Finalicé el proceso reflexivo con la estimación de una posible physis de la salud que, deducida desde la teoría de caos y complejidad, consistiría en la combinación del equilibrio homeostático junto al impulso evolutivo hacia estructuras más complejas. Todo ello bajo la mirada del médico, del sanador, una mirada ajustada, inevitablemente, a las condiciones culturales de las que parte. En última instancia, éstas serán las que definirán el marco en donde quedarán encuadradas las enfermedades, así como las actuaciones médicas aplicables. Independientemente de todo ello, la naturaleza ejerce su fuerza para reestablecer el equilibrio perdido, no sin un alto coste energético. La palabra de Hipócrates conforme el médico solo es un ayudante de la naturaleza no se debe olvidar.

            Nos encontramos ahora frente a un triple impacto: en primer lugar, el de las nuevas tecnologías (NBIC: nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información y técnicas cognoscitivas), en segundo lugar el de la nueva dimensión de los datos y relacionado con este la implosión de la Inteligencia Artificial (IA). Las NBIC han abierto inmensas posibilidades, algunas nunca imaginables, entre las que se incluye el mejoramiento de la especie humana que es tanto como decir, quizá, la creación de una nueva especie del grupo humano. Por su parte, los mega-datos aportan información dominante para el control tanto de las constantes vitales como de las conductas sociales. Con ello se aumenta la capacidad de corrección precoz de las desviaciones fisiológicas, pero también, en el ámbito social, facilitan el control de la misma sociedad por parte de los controladores, es decir, del poder. ¿Debe la medicina participar en estas líneas evolutivas como elemento imprescindible para la consecución de estos fines? ¿Es el mejoramiento humano un fin de la medicina? ¿Es el control biotecnológico el medio ideal para mejorar la salud global de la población?

Ahora mismo es prematuro tener una idea exacta de lo que significará la IA para la medicina, pero lo que es seguro que sus implicaciones éticas obligarán a un ejercicio acelerado de valoración y actualización.